El inquietante misterio de las gemelas Pollock: ¿un caso de reencarnación documentado por la ciencia?


Ian Stevenson, bioquímico, doctor en medicina y profesor universitario de psiquiatría canadiense, estudió más de 3 mil casos de niños que parecían recordar vidas pasadas. Uno de los más emblemáticos fue el de las gemelas Pollock.
El día 5 de mayo de 1957, amaneció con un espléndido sol en Whitley-Bay, Reino Unido, a orillas del Mar del Norte. Como todos los domingos, las familias del lugar se dirigían presurosas a la iglesia, para celebrar la misa. Las dos pequeñas hijas de la familia Pollock, Joanna y Jacqueline, de 11 y 6 años respectivamente, se adelantaron a sus padres para asegurarse un lugar.
Cuando dieron vuelta a una esquina, un carruaje con caballos desbocados las atropelló, matándolas instantáneamente. Sus cuerpos resultaron prácticamente destrozados, como el corazón de sus padres al recibir la trágica noticia. Ignoraban aún que el destino aguardaba por uno de los casos más extraños de los que se haya tenido noticias.
Tras más de un año, desde el fatídico domingo, los Pollock fueron nuevamente padres, en esta ocasión, de dos gemelas, Gillian y Jennifer, nacidas el 4 de octubre de 1958. Cuando apenas habían cumplido 3 años, las pequeñas comenzaron a hablar y entonces sus padres notaron que algo extraño sucedía. Increíblemente, ellas eran capaces de recordar eventos pasados de la vida de sus hermanas fallecidas en 1957.
Demostraban conocer a la perfección cada rincón de su casa y a la gente del pueblo. Esbozaban hábitos y costumbres idénticos a los de sus hermanas e, incluso, hablaban del mismo modo. Aunque eran gemelas, una aparentaba ser más grande y protegía a la otra, que aceptaba el rol de hermana más pequeña.
Mientras que Gillian recordaba la vida de su hermana Joanna, fallecida a los once años, Jennifer recordaba la de Jacqueline, de seis. Conocían los juguetes con los que otrora jugaron sus hermanas y ponían a las muñecas exactamente los mismos nombres que ellas les habían dado. Hubo una ocasión en que sus padres las oyeron hablar sobre el accidente, describiendo sensaciones y el recuerdo de la sangre brotando desde su boca. Además, demostraban una fobia absoluta a los vehículos que pasaban cerca, en la calle.
Sin embargo, precisamente a la edad de 5 años, en la que los científicos coinciden en señalar un umbral para recordar vidas pasadas, las pequeñas dejaron de experimentar estos extraños comportamientos. El caso tuvo tal impacto, que fue publicado en el libro European Cases of the Reincarnation Type. 

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